13 de abril de 2010

Nacinalcatolicismo institucionalizado

Han pasado casi tres años ya de la victoria electoral del PP torrejonero y he de reconocer que me han sorprendido por su capacidad para transformar esta localidad en muchos sentidos. En este caso, me voy a referir a su transformación moral o ideológica más que a su transformación física.
Tal y como cualquier ciudadano torrejonero sabe (regularizado o no, señor Rollán), el Ayuntamiento ha apostado contundentemente por la institucionalización de la religiosidad católica en connivencia con la imaginería militarista y españolista que representan los desfiles militares y la exaltación a la bandera monárquica española. Y lejos de ser criticadas o rechazadas tales prácticas, la ciudadanía ha asumido y aceptado las mismas, como propias de un municipio que no hace mucho tiempo se autodenominaba "de izquierdas", obrero y multicultural y que realmente no hizo mucho caso a estas celebraciones, como usted bien sabe, señor Rollán.
Las procesiones de Semana Santa (7 nada más y nada menos y con paracaidistas cedidos por la "chupiministra" Chacón), pero también las de las fiestas patronales a la Virgen del Rosario o el ya institucionalizado "homenaje a la bandera", son ejemplos de ese nacionalcatolicismo pretérito que el señor Rollán y su corporación han logrado encajar magistralmente a este pueblo "de izquierdas", obrero y multicultural, sin ningún tipo de contratiempo o adversidad.
Lo que es evidente, es que toda esta fastuosidad nacionalcatólica no es un ejercicio de voluntad divina y misericordiosa del todopoderoso, sino que evidentemente procede de las generosas contribuciones de las diversas instituciones públicas que mantenemos a través de nuestro trabajo e impuestos.
Por ello, además de ser una afrenta al principio de aconfesionalidad que debiera regir cualquier institución del Estado, supone una afrenta a la moralidad y al buen uso de los recursos públicos que permiten tal dispendio de fondos que pertenecen al conjunto de la ciudadanía y no solo a los católicos más ortodoxos.
Y es que cada vez que veo todas esas muestras de religiosidad barroca y exhuberante, me pregunto, ¿qué pensará Jesús de Nazareth de todo esto? ¿Desfilaría al son de los paracaidistas, legionarios, capuchinos y caciquillos locales o huiría aterrado ante tal espectáculo?
Como agnóstico, no seré yo el que conteste...